Si algo caracteriza PortAventura World son sus montañas rusas, uno de los grandes atractivos del Resort. Y no es para menos, ya que todas ellas disparan la adrenalina hasta tal punto, que querrás subirte una y otra vez.

Una de estas montañas rusas es Shambhala, inaugurada el 12 de mayo de 2012. Junto con Dragon Khan y Red Force, se ha convertido en uno de los símbolos de PortAventura World.

¿Quieres saber más sobre ella? Entonces sigue leyendo. A continuación te compartimos varias curiosidades.

 

Shambhala: una montaña rusa fiel a una leyenda

Dicen que, en algún lugar escondido entre montañas y nubes, se halla el reino de Shambhala; una tierra mística, que significa «reino de la felicidad», a la que solo llegarán unos pocos elegidos. Su ubicación exacta es desconocida, aunque los diferentes relatos coinciden en situarlo en la cordillera del Himalaya, un territorio inhóspito en el que solo los más valientes se atreven a adentrarse.

En PortAventura World somos amantes de las grandes aventuras y, como no podía ser de otra manera, al recrear este fantástico mito, quisimos hacerlo de la manera más fiel posible. Por eso, subirse a Shambhala es más que subirse a una montaña rusa; es sentir las sensaciones y la emoción que produce una expedición al Himalaya.

 

Un recorrido único: no tocarás el cielo, lo conquistarás

A medida que uno se acerca a China, puede darse cuenta de la inmensidad de Shambhala. Una montaña rusa que, más que una atracción, parece una cordillera de emociones. Al recorrer sus alrededores, es inevitable no mirar hacia el cielo.

Impresiona y mucho. Y todavía impacta más cuando te acercas a ella. A cada paso, el corazón te latirá con tensión y el runrún te recorrerá el estómago, sabiendo que pronto vivirás una experiencia sin igual. Ahora bien, cuando te subas al tren y arranque, no podrás dejar de repetir ese grito tan característico que se oye cuando la adrenalina se dispara: ¡Waaaaaaa!

Y es que el ritmo es frenético. Nada más empezar, te elevas 76 metros para, después, caer como si te precipitaras por las montañas más empinadas del Himalaya. Y a partir de ahí es un no parar.

Vuelves a subir y vuelves a caer. Entras en un túnel. Te adentras en un camelback. Vuelves a descender. Doble hélice. Otra subida y otra caída para llegar al Speed Hill, una pequeña colina que se encuentra a ras de suelo para que puedas experimentar una gran sensación de velocidad.

Pero la emoción no termina aquí. Un nuevo camelback hará que tengas la sensación de volar y la gran caída que le sigue te hará sentir que eres capaz de volar mejor que el dragón más veloz. La sensación es tan descomunal que, si en algún momento sientes miedo, en nada se transformará en ganas de seguir en el aire.

Un vuelo que se alarga un poco más y que, pese a acabarse, desata esa felicidad de la que habla la leyenda.

 

¿De verdad vuelas? ¡Sí, vuelas!

Shambhala es una montaña rusa distinta a las demás, no solo por su principal caída (desde 78 metros de altura) ni por su velocidad (alcanza los 134 km/h), sino por la sensación de estar volando.

Gracias al diseño de los trenes, con unas vagonetas en forma de V, como pasajero sientes todavía más la velocidad. Esto, sumado al diseño de los asientos, con un arnés de sujeción que permite una mayor libertad de movimientos, genera que, en diferentes partes del recorrido, se tenga la sensación de estar flotando en el aire.

Este fenómeno, conocido como airtime, es uno de los elementos más característicos de Shambhala. Y aunque, al principio pueda resultar una sensación un poco extraña, sobre todo para los que no la han experimentado nunca, acaba convirtiéndose en uno de los momentos inolvidables de la visita a PortAventura World.

El mundo de los parques temáticos tiene su propio vocabulario. La palabra hypercoaster es la fusión de hyper, que hace referencia a una atracción de entre 60 y 90 metros de altura, y coaster, el diminutivo de roller coaster, que significa montaña rusa en inglés.

Súbete en busca de la felicidad

Shambhala es una de las montañas rusas más extremas y, a la vez, más divertidas. Quien se sube en ella sale impresionado y con ganas de volver a vivir una experiencia diferente. Por eso, si a ti también te van las emociones fuertes, es algo que tienes que vivir sí o sí. Porque algunas cosas hay que hacerlas al menos una vez en la vida. Y ser parte de esta expedición debería ser una de ellas.

 

¿Tienes ganas de tocar el cielo?

¡Ven y levanta los brazos!